Una vecina al cuidado de dos dependientes denuncia un infierno cada vez que requiere el servicio sanitario de emergencias por la ausencia de indicadores en el área residencial de Xàtiva – «Llevamos 30 años viviendo aquí y no ha cambiado nada»
Sergio Gómez Xàtiva 02.03.2017 | 08:04
Vive en Bixquert desde hace casi tres décadas y cada año paga religiosamente 400 euros de contribución urbana. No «disfruta» de alumbrado público ni de alcantarillado. No recibe correo en casa y el suministro de agua ha de contratarlo a una empresa privada. Dentro del abultado listado de agravios que comparten los cientos de residentes de esta zona del diseminado de Xàtiva, hay uno que desespera especialmente a Salomé, que tiene bajo su cuidado a dos familiares dependientes. Su hermano sufre una parálisis cerebral profunda y no puede caminar por sí mismo. Su madre, de 79 años, padece graves problemas de movilidad. Ambos son pacientes habituales de los servicios sanitarios y a ella se le presenta el infierno en su casa de la Senda de les Olles cada vez que ha tenido que echar mano de la teleasistencia para requerir asistencia urgente. La ausencia de indicadores y de numeración en las casas convierte los caminos de Bixquert en un laberinto para las ambulancias.
Hace meses, Salomé explotó. Su madre había sufrido una intensa reacción relacionada con el azúcar por la que tuvo que ser hospitalizada en la UCI , pero cuando llamó a emergencias surgieron «las pegas» de siempre. «Tardaron una hora en llegar y me hicieron conducir hasta un punto intermedio para que pudiera recibir asistencia», asegura la vecina, sacudida ese día por una gastroenteritis que le obligaba a guardar reposo. «Mi madre estaba deshidratada. ¿Qué hubiera pasado si le llega a coger un infarto?», observa.
Salomé suele acudir tres veces a la semana al centro sanitario para que le curen unas úlceras a su madre, pero hay días en los que le es imposible levantarla por la enfermedad que sufre en los huesos. Cuando solicita que la ambulancia se traslade para un servicio ordinario o una cura en casa no suele haber problemas. El «calvario» llega cuando ha tenido que lidiar con una urgencia coordinada dese el centro de salud. «La mayoría de veces hacen lo posible por no subir y que seas tú la que te desplaces para evitar el trayecto, pero yo no puedo dejar solos a mis familiares. Cuando vienen, tengo que salir a algún camino o a algún punto de referencia, aunque sean las 4 de la mañana o estés en plena ola de frío. Mientras tanto, el paciente está desatendido». Salomé ve la situación «vergonzosa». Considera que debería existir un protocolo para atender casos como el suyo.
Aunque hay una señal indicadora en la Senda de les Olles, el camino no está sectorizado, se extiende a lo largo de varios kilómetros y está partido por la carretera, lo que dificulta la identificación de la vivienda. «Cuando no estaba señalizado (hace varios años) se me llegó a negar la asistencia para mi hermano, que tiene epilepsia: ese día comenzó a convulsionar y se desplomó», recuerda Salomé. «Llamamos al 112, pero un médico del centro de salud se negó a subir a la caseta. Se lo rogué porque le habían dado tres ataques y tenía miedo de que le pasara algo. Yo entonces no tenía coche, a mi madre le acababan de operar de la cadera y mi padre estaba en silla de ruedas», añade. «En el hospital nos recomendaron denunciar, pero preferimos no hacerlo para evitar problemas y ahora me arrepiento. Se está poniendo en peligro la vida de mi familia», lamenta Salomé.
«Los impuestos no se reinvierten»
Tras el último incidente con su madre, la vecina de Bixquert presentó una instancia en el ayuntamiento reclamando la correcta señalización de los caminos y la numeración de las casas. «Tardaron en responderme 7 meses», asegura Salomé, «indignada» por los compromisos que no se materializan. «Nada del dinero que pagamos en impuestos se reinvierte en la zona. Es como si estuviéramos en África: llevo 30 años viviendo aquí y no ha cambiado nada. Parece que tenemos que independizarnos para que se den cuenta de que Bixquert existe», ironiza.
El problema provocado por la ausencia de indicadores se hace extensible al servicio de mensajería. «Tuve una semana un paquete retenido en Paterna porque el repartidor de la empresa se transporte se negó a subirlo», cuenta Salomé, cuya familia es una de las que más tiempo lleva en Bixquert. Por supuesto, los vecinos «sin número» tampoco tienen buzones y advierten de las dificultades de los bomberos para encontrar algunos caminos en caso de incendio. «Parece que ha de pasar una desgracia para que se actúe. A los que estamos empadronados en Bixquert nos tratan como ciudadanos de segunda», apostilla Salomé. Otra de sus demandas, que se pongan bandas reductoras para controlar la velocidad de los camiones, tampoco ha obtenido respuesta.
Noticia original del diario Levante: Fuente – http://suscriptor.levante-emv.com/costera/2017/03/02/calvario-numero-bixquert/1535672.html
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